En esta vida hay que pasar etapas de todo, y cuando necesitas un cambio, siempre se tiende a cortarse el pelo. (Muy común en mí), pero tras muchas caídas buscando consuelo en esa estrategia y ver que fracasa decidí ordenar mi habitación. La cambiaría pero es que está en formato ZIP y no me quedan muchas posibilidades de decoración, además he de decir que parecía ya el último castillo del Mario Bros, si encontrabas la cama era como haber llegado al monstruo. Así que le dije a Charo que si íbamos a IKEA y así aprovechábamos para comprar un par de cosas para el piso. Accedió gustosamente. Llegamos al Ikea del centro comercial La Gavia, un montón de familias pasando ahí el tiempo, merendando, los niños jugando, la madre comprando y el padre pagando. Charo y yo, éramos un matrimonio más en esa fauna. Y es que es toda una aventura, con razón se van a ahí. Lo primero a pesar de haber señalética, es fácil que acabes cogiendo el camino equivocado. Los pisos de exposición son tan monos, que deseas tener el tuyo propio, pero entonces recuerdas que no eres de la generación nimileurista, que lo del piso es más utópico que la paz mundial. Así que te centras en pasar por las habitaciones, cotillear, e imaginarte la vida de las personas que comprarían esa casa, o imaginarte cuál sería tu futuro para acabar en una casa como esa. Tras acabar la exposición, llega el momento de llenar la bolsa. De repente todo es útil, la necesidad de tenerlo todo, se necesita todo, no tienes de nada en la casa, así que empiezas a ver 9.99, 6.99, 2.99… que acabas sumando una cantidad de productos considerable y luego se nota en la cuenta, pero es que entre cajoncitos para guardar mis cosas, zapatero, para escurrir los platos, tuppers, cubos para la basura de reciclaje, organizadores, cuchillos, archivadores… Lo básico. El mejor momento llega una vez tenido el producto en casa. Móntalo. Yo ya estoy hecha toda una manitas y no me llevó mucho tiempo, pero lo peor fue desmontar toda la habitación, sacar todo de su sitio para volverlo a organizar, el momento de caos de verlo todo patas arriba, y la satisfacción final de verlo todo organizado, de descubrir que la habitación tiene suelo… Esa sensación que esperas que pase con tu vida en esas etapas en las que estás triste, en las que todo sale mal, que se ordene el caos, pero no ocurre, pero por lo menos tienes la habitación ordenada, aunque sea lo único que esté correcto.
Aprovechándome que estábamos de faena, pues limpiamos a fondo salón, baños, cocina. Lo mejor, tras 6 horas limpiando Charo y yo, cuando habíamos acabado, sale el otro inquilino y dice ¿necesitáis ayuda?, contestación: «hombre, ahora que hemos acabado lo único que te puedo decir es que recojas e intentes que esté así, porque tras seis horas ya hemos acabado, tal vez, cuando hace 5 horas nos dijistes que qué hacíamos y te contestamos que limpiando…podías haberte puesto». #cosasdeapataco las que tiene este muchaho.
Tras un día así solo nos quedó hacer sesión de cine de los 80 con el club de los cinco y los goonies.
Esto es todo, que es domingo, y como buen domingo estoy perezosa.
Ikea es todo un mundo en si mismo que tiene su particular cosmos. Daria para un par de libros.
Buena elección de pelis.