Comprarme ropa es uno de mis dramas, me da muchísima pereza, así que vi el anuncio en Instagram y dije ¿Por qué no?
Rellené mi perfil, conté mi estilo, mis gustos, fue fácil y divertido visionarme con todos esos estilos, y decidir cómo quería vestir, qué quería encontrar. Así que me lancé, y guardé. Estaba algo escéptica en que pudiera encontrar algo que me gustase y sentase bien. Con esa actitud miré que la devolución fuera gratuita. El servicio básicamente es que dices tu estilo, el precio que estás dispuesto a pagar, te mandan cinco prendas y si no te gustan tienes 5 días para devolverlo. Pagas por lo que te quedas.
Llega el paquete, empiezan los nervios, es cómo aquella época en la que recibías cartas que no eran facturas o revelabas las fotos. Esos nervios de ¿Qué habrá dentro? Abro la caja, encuentro todo envuelto en papel, muy cuidado y empiezo a sacar prendas. En la caja también se encuentra la carta con los precios de las prendas, una tarjeta del personal shopper asignado y unas tarjetas de estilo con lo qué combinar cada una de las prendas.
Resultado: De las cinco prendas he escogido 3, las otras las tengo que devolver por la talla porque no me quedan muy bien, pero en el estilo me ha gustado. Las prendas que me han enviado son prendas que probablemente las hubiera pasado de largo,que no me hubiera detenido en ellas, pero cuando he visto la recomendación, y puesta me ha convencido, o por lo menos le voy a dar una oportunidad. El vestido blanco de topidos ¡¡¡me ha enamorado!!!!
Así que voy a pedir otra cajita a ver si poco a poco renuevo mi armario 🙂