El sábado fui a ver la exposción de Antonio López, una exposición que me gustó, pero la exposición se ve de otra manera si conoces a la familia, sabes la casa en la que se crió, y reconoces ciertos paisajes de su obra. Es una exposición que merece la pena, aunque su primera etapa influenciada por los artistas italianos del Quattrocento era pésima. Os dejo con el retrato de sus abuelos Josefina y sinforoso y mujeres mirando aviones de esta etapa.
Os contaré el primer cotilleo. Antonio López no paga la comunidad de su piso de Tomelloso, y aunque su tío Antonio López Torres fue el que le animó a pintar y ayudó, no tiene intenciones de que la gente conozca su obra, expuestas en el museo Antonio López Torres de Tomelloso.
Este cuadro es Carmencita jugando ese es Tomelloso. Y gracioso porque en la audioguía dicen actual mujer del «Fiti», el fiti es el profesor de Educación física del I.E.S. Eladio Cabañero famoso por la caña que metía, así como su particular forma de decir pitidos, que llamaba fitidos, su famosa frase: «Cuando oigais el fitido…», de ahí Fiti.
Nevera nueva es una de las obras que más me gustó, me pareció bella y entrañable ver una nevera como la que aún luce en casa de mi abuela, ese aire retro, y tierno, hogareño, y apesar de ser un cuadro blanco con tonos azulados, en el que el frío de la nevera se puede sentir, la luz interna le da calidez. Aunque mi planteamiento va que no sé cuanto tardaría, pero tener la nevera así día tras día, algún alimento dejaría de oler bien. Ya que no pinta de fotografía.
Lo que más me ha impactado es la escultura, tiene una expresividad fascinante, y encima, les pone ojos de cristal, por lo que parece que te van a hablar. Me impactó muchísimo.
Los cuadros de la Gran Vía, pues como no, me gustaron, y es increíble el realismo de su obra, y la importancia de la luz en sus trabajos.
Por otro lado los membrillos y las rosas ni fu ni fa. En Tomelloso hay mucha gente que pinta membrillos. Pero, como un autor realista, sabía apreciar bien la realidad y no tuvo pudor en pintar su casa incluida la mierda. Tenían fama de guarretes, pero en sus cuadros quedan comprobados.
Este es el estudio de Antonio López, según la audioguía le encantaba hechar todos los muebles a un lado para que se viera el espacio, pero lo de limpiar como que no iba mucho con él. Esta foto es un reflejo también de su tristeza. Antonio López es una persona triste y los que le rodean no es que sean la felicidad personificada. La tristeza reflejada es algo que me impresionó mucho, ya que no hay ninguna sonrisa en su cuadro. ¿Sabrían sonreir?
Este es un dibujo de su hija María. Se aprecia la poca sonrisa, la serenidad del rostro, pero es una pena que no lo haya encontrado entero, porque el abrigo era tan real, se podría notar la textura de paño. Este dibujo me pareció una maravilla. Aunque es curioso que el tenía más hijos, pero María evidentemente era su preferida o algo pasaba ahí, porque el otro…
En la obra del Váter, podemos ver dos perspectivas de un mismo lugar, y de nuevo, la suciedad. Este cuadro lo ves de lejos y no te das cuenta que una perspectiva es de la ventana, se parte por la mitad para una perspectiva en picado del retrete en sí. Cuando ya lo miras en frente y centrándote en él lo aprecias. En la foto puesta aquí sí que se nota más, pero en el cuadro no, y mucho menos a golpe de vista.
En el baño también tenía una obra de una modelo en la bañera, en el que la modelo debería acabar hasta las narices de estar tanto tiempo en remojo.
Y, bueno hay muchas obras más y curiosidades, pero ya me he cansado de escribir 😉