Sábado por la tarde, llueve y a las 18.30 mi amiga Cris y yo quedamos en Alonso Martínez. El frío, la lluvia nos invitan a ir a Mama Framboise. Siempre lleno de gente, hay que compartir mesas, pero bueno, eso no importa, porque al final te centras en tu compañía. Dos tés y un bizcocho de chocolate y naranja nos acompañaron en una tarde de marujeo, de reflexiones, de recuerdos, de volver a encontrarnos. Y, nuestra amistad ha pasado por muchas etapas pero ella me enseñó una frase que ahora se me queda marcada: «Las personas que te quieren no vuelven, nunca se van». Y ella, nunca se ha ido. Entre ese enigmático ambiente del Mamá Framboise, y su compañía y su felicidad hicieron que se convirtiera en una tarde soleada, aunque fuera estuviera gris.
Luego, nos desplazamos hasta malasaña, concretamente hasta la calle San Vicente Ferrer, donde paramos en Mastropiero. Una pizzería argentina con una calidad increíble, un ambiente familiar, y entre risas y piques cenamos y llegamos a la media noche.
Recomiendo la pizza de la lágrima que … (no recuerdo todo el nombre), pero un diez de pizza. Encima nos invitaron a un postre que estaba de muerte.
Fue una tarde de sábado perfecta, una tarde que necesitaba, y es que reconozco que cada vez que quedo con Cris mi energía cambia, y tengo que añadir que la compañía de Javi también fue muy agradable.
Son por estas cosas por las que estoy enamorada de MADRID, por sus rincones que descubro con la gente que más quiero, aunque pase momentos de estar desaparecida.
Muchas gracias Cris por todo, y añado a Ana Srta. Vogue, Cacharito, Mari Mar, Monadas, Pam Brown, mi buena dicha (Bea), Cris Barredo, Óscar (el friki), María Revenga (que aunque la veo poco siempre sé que está ahí) , Rue del Percebe(que hace mucho que no veo, pero el cariño sigue) y aunque no estén en España a Tere y Cristineken. Y fuera de Madrid a Noe y Maelo.