¿Por qué adoro tanto a la Srta. Vogue?
Porque aparte de ser adorable, siempre aprendo con ella y descubro rincones perfectos para pasar días irrepetibles.
Un domingo quedamos a comer. Primero nos tomamos una caña en Alonso Martínez y acabamos yendo a comer a La Tita Rivera.
De estética me encantó, además tenía un patio al fondo muy agradable.
La comida y la carta exquisiteces, la ensalada era un vicio, los nachos un pecado y una tabla con bocaditos eran la tapa perfecta. Era mucho, o tal vez no, el caso es que nos lo comimos todo porque era imposible no probarlo.
Estuvimos en un ambiente disternido, y entre cervezas (Estrella Galicia, dedito para arriba) y risas pasamos la tarde para acabar uniendo la comida o el postre con la merienda. Un café acompañado de una tarta de zanahoria en Happy Day.
Cogimos la mesa que da a la calle y ahí estuvimos marujeando otro buen rato. Un café grande y delicioso, acompañado de esa riquísima tarta, pero que si no fuera porque acabábamos de comer, hubiéramos pedido una de oreo que tenía muy buena pinta, tan buena como para comerla y rebentar, cosa que no queríamos.
Entremedias, entre comer y merendar pasamos por una tienda de deportivas de fuencarral y acabamos comprando. Típico cuando vas con señorita Vogue, las tendencias te llaman y lo que no querías comprar porque no lo veías necesario lo terminas viendo como una necesidad. Vamos que señorita Vogue es la mejor compañía que te puedes echar. Porque es graciosa, se puede hablar de todo y conoce sitios tan tan tan enigmáticos.
Creo que este domingo fue mi cita perfecta 🙂