Intentamos razonar todo, pero a veces las cosas son una simple exclamación y no la intensa interrogación que nos imaginamos. De repente, entre varias propuestas musicales llegué a Aloosh, su tema armour me sedujo, pero su disco Ceramic, publicado a finales del 2012 me pareció diferente, extravagante, raro, energético, pasional y atractivo, pero no le presté la atención merecida, y de repente hoy, un cortocircuito en mi cerebro me recuerda la existencia de este disco que no se corresponde con mi estado de ánimo, pero decido escucharlo.
Apaciguo las emociones e intento dejarme llevar por la fuerza que esta artista transmite, y es curioso como la tristeza me viste, la desilusión juega en mi cuerpo y las ganas de avanzar paran, mientras que mi cerebro codifica un mensaje contradictorio de saltar esa barrera. Entonces todo se vuelve negro, un tsunami emocional barre todo y en los destrozos se asienta la apatía.
Es extraño como hay situaciones o aspectos que son un loop constante, y aún así buscamos diferencias, explicaciones que rechacen la hipotésis de que eres gilipollas, muy gilipollas para caer cuatro veces en el mismo pozo, pero llegado a un momento te das cuenta de que sí, eres gilipollas y caes en el mismo agujero aunque esta vez duele más, porque en las tinieblas de las desgracias hay siempre una pequeña luz de esperanza, que en este caso deja ver los restos que dejaste en tus anteriores hostias.
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