Discurso en el

(Ilustración de Beatriz Méndez)

Su rostro frío e impenetrable, su seriedad imponente y sus gestos cuadriculados hicieron que su emotivo discurso dejara a todos congelados, parecía que las palabras viniesen de una voz en off desde la parte donde se situaba el majestuoso órgano que alguna vez tocó la marcha fúnebre. Al terminar recorrió el largo pasillo recibiendo las miradas de los asistentes que reprochaban que por su rostro no hubiera caído ninguna lágrima.

Al llegar a casa cogió su cuadeno, desencapuchó el boli y apoyada en la ventana escribió una pregunta: «¿Quién realizará el discurso en mi funeral?». Era una persona sociable, con un montón de conocidos, gente que admiraba y seguía, pero en realidad, nadie la conocía, todos se quedaban con la superficialidad de la imagen que proyectaba, y aunque contaba muchas cosas nunca profundizaba en nada. La soledad convivía con ella, su tristeza se camuflaba en su sonrisa y su verdadero «yo» solo se manifestaba en la oscuridad y soledad de su habitación.

Pasaron las horas y la libreta se llenaba de nombres que al segundo tachaba, y rompió a llorar cuando fue consciente de que la única persona que podría hablar de una manera realista sobre ella se encontraba bajo tierra. Tiró el cuaderno por la ventana, encendió el radiocassette y se dejó caer abatida sobre la cama. Su mundo se volvió gris, nada tenía sentido, muchas personas habían entrado en su vida, pero todas se acababan marchando, era como si tuviera una misión para cada una de ellas y cuando ya todo estaba arreglado continuaban con su vida, era un paréntesis en las historias de la gente.

Transcurrían los días, y asumía que su silencio no se había notado, escuchaba historias y analizaba la felicidad de la gente, se había vuelto espectadora de su propia vida y víctima de su tristeza, pero, ahí fue cuando despertó, comprendió que ella era la dueña de su camino y dejarse llevar por una emoción oscura no la conducía a un lugar estable, pero tampoco le importaba ser el paréntesis en la vida de otros mientras fuera la protagonista de la suya.

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