Las Bodas

Ir a una boda ya es complicado, pero cuando vas soltera empieza a ser «embarazoso», porque sabes que la pregunta será, ¿y tú para cuándo?, ¿Pero no tienes novio? Entonces para evitar esa pregunta solo hay una solución, ser la mejor vestida y que todo el mundo comente tu vestido. El sábado se casó mi prima Inma e iba espectacular, es que es guapísima, quitando el protagonismo a la novia estaba mi prima Srta. Mar Feliz, que no es que fuera espectacular también, sino que dio la noticia de que estaba embarazada… Una doble celebración.

Pues bien, por la mañana fui a la peluquería, me pinté las uñas, me maquillé, me vestí y me leí «la segunda lectura del Aposto San Pablo a los Corintios, nada más perfecto que el amor», sí, leí en la iglesia, ya que mi tía no pudo ir, y se le echó en falta, mucho, nos acordamos tanto de ella que es como si hubiera estado ahí. Tras una sesión de chapa y pintura… este fue el resultado:

Aguanté más de 16 horas con los tacones, aunque sentada y levantada, pero es que ir hecha una señorita era lo primordial. La boda fue perfecta, la ceremonia emotiva, la salida espectacular.

Radiaban felicidad, así que de esta manera incluso puedo creer un poco en el amor. La boda noa cabó en la barra libre, sino en el patio de Tomelloso, donde no me pude reir más con el camarero que antes era Mr. Propper y ahora con llamarse Don Limpio, cosa que le traía por el camino de la amargura y la chica que se creía que era de goma y podría pasar por cualquier lado. (Historia que tengo que contar aparte, porque ella sola puede protagonizar un post). Lo mejor de las bodas es estar con la familia, amigos, conocidos y que está todo el mundo de buen humor.

La conclusión es que tengo unas primas que saben elegir muy bien a sus novios, y una familia que vale… lo que no está escrito. Si los García dieron el cante en Budapest, en Tomelloso no fuimos menos.

P.D: Yo solo me casaría con un Valentino y unos Manolo Blahnik. 🙂