Ilusiones perdidas

Autor: Concha Caballero

Hoy voy a poneros un texto que he leído en elpaís.com que me ha parecido impresionante.

http://www.elpais.com/articulo/andalucia/ilusiones/perdidas/elpepiespand/20101002elpand_4/Tes

Os dejo el fragmento:

No se van en trenes con maletas de cartón pero llevan sus bienes más preciados: un portátil, un móvil de última generación regalado por un familiar o conseguido a base de una lucha de puntos sin cuartel. Suelen tomar un vuelo de bajo coste, cazado pacientemente en las redes de Internet. Se van a hacer un máster, o han logrado una mal llamada beca Erasmus que costará a la familia la mitad de sus ahorros. Otras veces van a hacer de au-pair, de auxiliar de conversación, o a cualquier trabajo temporal. La familia va a despedirlos a la puerta de embarque y mientras se alejan disimularán unos su pena y otros su incipiente desamparo. «Es por poco tiempo -se dicen-. Dominarán el idioma, conocerán mundo… Regresarán en pocos meses».

Hasta hace poco era un privilegio de los nuevos tiempos que les permitía gozar de una libertad sin límites, de un mundo sin fronteras, de una capacidad casi infinita de aprendizaje… Hasta que llegó la crisis y la maleta pareció distinta, la espera en la fila de embarque más embarazosa, la despedida más triste y el fantasma de la ausencia definitiva más cercano.

No. No llevan maletas de cartón, ni hay aglomeraciones en el andén de la despedida. No se marchan en grupo, sino uno a uno. Aparentemente nada les obliga. Ha sido una cadena invisible de acontecimientos. Estuvieron allí hace unos años, o tienen una amiga que les ha informado de que puede encontrar algún trabajo con facilidad. No pagarán mucho, eso es seguro, pero podrán ganarse la vida con cierta facilidad… A fin de cuentas aquí no hay nada.

Y se marchan poco a poco, sin alboroto alguno. Un goteo incesante de savia nueva que sale sin ruido de nuestro país, desmintiendo la vieja quimera de que la historia es un caudal continuo de mejoras.

No hay estadísticas oficiales sobre ellos. Nadie sabe cuántos son ni adonde se dirigen. No se agrupan bajo el nombre oficial de emigrantes. Son, más bien, una microhistoria que se cuenta entre amigos y familiares. «Mi hija está en Berlín», «se ha marchado a Montpellier», «se fue a Dubai» son frases que escuchamos sin reparar en el significado exacto que comportan. Escapan a las estadísticas de la emigración porque suelen tener un nivel alto de estudios y no se corresponden con el perfil típico de lo que pensamos que es un emigrante. Quizá en las cuentas oficiales figuren como residentes en el extranjero, pero deberían aparecer como nuevos exiliados producto de la ceguera de nuestro país.

En los tiempos de crisis que detallan cada euro gastado nadie computa los centenares de miles de euros empleados en su formación y regalados a empresarios de más allá de nuestras fronteras con una torpeza sin límites, con una ignorancia sin parangón. Menos aún se cuantifican el esfuerzo de sus familias, las ilusiones perdidas y sus sueños rotos en mil pedazos.

No llevan maletas de cartón, pero componen un nuevo éxodo que azota especialmente a Andalucía, que dispersa a nuestros jóvenes por toda Europa y gran parte del mundo, que nos priva de su saber, de su aportación y de su compañía. Pero, aparentemente nadie se escandaliza por esta fuga de cerebros, lenta pero inexorable, que nos privará de muchos de nuestros mejores talentos. Nadie protesta por esta nueva oleada de exiliados que son una acusación silenciosa del fracaso y de engaño. Se van en silencio por el túnel de embarque en el que les alcanzará la melancolía por la pérdida temprana de su tierra.

No son, como dicen, una generación perdida para ellos mismos. No son los socorridos ni-nis que sirven para culpar a la juventud de su falta de empleo. Son una generación perdida para nuestro país y para nuestro futuro. Un tremendo error que pagaremos muy caro en forma de atraso, de empobrecimiento intelectual y técnico. Aunque todavía no lo sepamos.

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8 Comments

  1. Dicen que han habido tantos suicidios por la crisis, como la del 29 o la asiática, pero no se comunica a través de la prensa porque esto provocaría más suicidios aún… Les reforzaría a muchos las ganas.- Noticias que no conocemos, y gente que emigra y que tampoco conocemos…

  2. Cierto que la situación es muy mala. Triste y mala. Pero lleva así mucho tiempo (cuando digo mucho tiempo es del orden de…..¿siempre?), al menos para los investigadores españoles y ahora, encima, aún peor. Lo que pasa es que ahora con la crisis el efecto fuga de cerebros o de profesionales se ha extendido a otros sectores y se hace mucho más patente que antes. Pero en este país siempre ha existido el mismo problema, mucha inversión en formación y luego a la puta calle. A emigrar a otros países donde tu «exceso de formación» no es el tanto y los suelos están acordes a ella.
    Lo que más pena me da, es que cuando la cosa mejore (faltan años) y los médicos, ingenieros, enfermeras, etc, no se vayan porque en casa encuentren curro, los investigadores españoles seguiremos como antes. Habrá que salir fuera para seguir investigando, engordar nuestros currículos y poder tener así una mínima oportunidad de volver a nuestro país con un trabajo mucho peor que el que teníamos y cobrando una puta mierda (tengo casos cercanos)…..a ver quien se acuerda luego de nosotros.

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